Páginas evangelicas
Los 6 «caminos» de María
por Pedro Moreno
«Todos ellos perseveraban unánimes en la oración,
junto con algunas mujeres y María,
la madre de Jesús…»
(He 1,14)
María, señora y modelo en el camino y viaje de la vida
Que la vida es camino y viaje, «camino que se hace al andar», como decía el poeta, lo tenemos todos bien sabido y muy asumido. Lo nuevo de hoy es lo de hacer caminos o viajes virtuales. En este pequeño artículo os invito a eso, a la virtualidad, a recorrer con la imaginación y el corazón los seis «caminos» que recorrió María en su vida. Por eso y con razón la invocamos y presentamos como «Señora del camino», es decir, como modelo del camino o del caminar. Los caminos que vamos a recorrer son geográficos y, también y sobre todo, biográficos o espirituales. Cada camino geográfico de los que recorrió María evoca otro de orden interior o espiritual. Cada camino es, por tanto, modelo para nosotros.
El «camino» de María en Nazaret
Es el camino de su cotidianidad, de su ir y venir por las calles o entornos de Nazaret, de su trajín diario por atender su casa y a los suyos. Su caminar sencillo y callado, su vida humilde. Silencio y humildad por fuera y, especialmente, por dentro. Primeras lecciones para nuestro camino espiritual: el silencio y la humildad.
Del silencio habló Pablo VI allí, en Nazaret: «Ojalá se renovara en nosotros el amor al silencio, esta admirable e indispensable atmósfera del espíritu, tan necesaria para nosotros, que estamos aturdidos por tantos ruidos, rumores y voces estridentes en la agitada y tumultuosa vida de nuestro tiempo». La humildad la cantó María en su Magníficat: «porque ha mirado la humildad de su esclava».
El «camino» de María hacia la montaña
Se trata del camino geográfico e histórico de María desde su casa de Nazaret hasta la casa de su prima Isabel en la montaña de Ain Karim. Es y simboliza el camino de la caridad y la ternura. Un camino para socorrer y ayudar a su prima ya anciana, un camino para estar a su lado. Un camino para acompañar, diríamos hoy.
Un camino, este de la misericordia, que nos urge a todos y nos urge al máximo en estos tiempos en los que cunden las soledades y las necesidades de todo orden: materiales, psicológicas o espirituales.
Socorrer, auxiliar, estar al lado… Caridad, en definitiva. Es lo que nos enseña María en este su segundo camino.
María, Reina y Madre de los apóstoles
El «camino» de María hacia Belén
Lo recordamos y lo evocamos imaginativamente. Va en obediencia a una ley que interpreta como voluntad de Dios y va cargada de dificultades y mucha incomodidad. Se acerca la hora del nacimiento del hijo… Es un camino que habla de obediencia. Otra decisiva lección para el camino en santidad y para cada uno.
María, crecida en obediencia a los planes de Dios, anticipa la vida del hijo que se hizo obediente hasta la muerte y una muerte de cruz. Así nosotros tenemos que tener como alimento hacer la voluntad del Padre, obedecerle de por vida. Obediencia a su Palabra y a su voluntad.
El «camino» de María huyendo a Egipto
Avanzamos ya por un cuarto camino de María, camino geográfico y, sobre todo, espiritual. Recorremos aquel difícil camino; noches y días de incertidumbre y desconcierto, de no saber dónde parar o dormir… María, la buena madre, huye del peligro de los que quieren matar al niño.
¡Cuántos peligros en el camino de la vida! María nos enseña a huir de toda situación de peligro: lugares, ambientes, personas, tentaciones… Solo huyendo estaremos a salvo y en libertad.
El «camino» de María en el calvario
Es el camino de la cruz. La cruz que llevó el Señor y a la que se unió María. Nos enseña a coger la nuestra y llevarla con ellos y como ellos. La cruz que, hoy como ayer, sigue siendo escándalo para unos y necedad para otros…, pero para nosotros es fuerza y sabiduría de Dios.
En la cruz es la vida y el consuelo, decía nuestra santa, y ella sola es el camino para el cielo…
El «camino» de María hacia el Cenáculo
Un camino que habla de comunión y fraternidad, que habla del Espíritu Santo como «alma» de la vida de la Iglesia. Ahí está María, llena del Espíritu y a la espera del Espíritu. Alentando la espera y la comunión.
Es tiempo de urgente fraternidad, de ir juntos y tratar de salvarnos juntos. Es tiempo de redescubrir lo que significa ser Iglesia y caminar en la Iglesia, verdadero misterio de familia y comunión.
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