Álvaro Santos

La Editorial San Pablo España, en colaboración con la Sociedad Bíblica Católica Internacional (SOBICAIN), acaba de publicar Sabiduría antigua, arte contemporáneo, del artista italiano Marcello Silvestri. Un libro que él mismo define como «un recurso espiritual para meditar sobre la Biblia con un viaje ecuménico en color».  

La Editorial San Pablo España, en colaboración  con la Sociedad Bíblica Católica Internacional  (SOBICAIN), acaba de publicar Sabiduría antigua, arte contemporáneo, del artista italiano Marcello Silvestri. Un libro que él mismo define como «un recurso espiritual para meditar sobre la Biblia con un viaje ecuménico en color».

Los artistas tienen una forma de mirar especial. Ven a su alrededor cosas que muchos de nosotros normalmente no percibimos y las plasman en sus obras para que podamos verlas. Son capaces de transformar cualquier objeto –una piedra, una madera, un trozo de tela…– en belleza que conmueve, que transmite un mensaje que nos hace pensar, nos remueve la conciencia y despierta en nosotros sensaciones insospechadas. Miramos un paisaje y nos lo devuelven transformado en contemplación de un destello de eternidad; un rostro, y nos descubren en él la esencia de la divinidad. Donde nosotros apenas oímos un sonido, ellos nos devuelven una melodía que, al escucharla, eleva el espíritu, expande el corazón y despierta la alegría.

Esto es lo que hace el artista italiano Marcello Silvestri. En el silencio de su estudio, soterrado bajo un jardín, construye sus obras sobre paneles de madera, a los que añade yesos y escayolas moldeados, piedras, arena y tierra de diferentes texturas, telas, papeles, hojas y semillas de plantas y un sinfín de materiales sencillos –hasta el polvo del camino–, que combina con color, mucho color. «En un mundo donde todo se puede reutilizar –dice el crítico de arte Gianluca Marziani, comisario y productor de exposiciones artísticas y autor de varios libros de arte–, Marcello Silvestri da una nueva forma y una nueva sustancia a lo que siempre ha existido».

Marcello Silvestri trabaja sus obras desde una visión creyente –y orante– de la realidad. Formado en filosofía, teología y comunicación, autodidacta en lo artístico, su obra, como él mismo dice, brota de la escucha de la Palabra. «No pinto santos ni vírgenes –dice–, ni proyecciones de cielos futuros, para que la fe que podamos verlas. Son capaces de transformar cualquier objeto –una piedra, una madera, un trozo de tela…– en belleza que conmueve, que transmite un mensaje que nos hace pensar, nos remueve la conciencia y despierta en nosotros sensaciones insospechadas. Miramos un paisaje y nos lo devuelven transformado en contemplación de un destello de eternidad; un rostro, y nos descubren en él la esencia de la divinidad. Donde nosotros apenas oímos un sonido, ellos nos devuelven una melodía que, al escucharla, eleva el espíritu, expande el corazón y despierta la alegría.

Esto es lo que hace el artista italiano Marcello Silvestri. En el silencio de su estudio, soterrado bajo un jardín, construye sus obras sobre paneles de madera, a los que añade yesos y escayolas moldeados, piedras, arena y tierra de diferentes texturas, telas, papeles, hojas y semillas de plantas y un sinfín de materiales sencillos –hasta el polvo del camino–, que combina con color, mucho color. «En un mundo donde todo se puede reutilizar –dice el crítico de arte Gianluca Marziani, comisario y productor de exposiciones artísticas y autor de varios libros de arte–, Marcello Silvestri da una nueva forma y una nueva sustancia a lo que siempre ha existido».

Marcello Silvestri trabaja sus obras desde una visión creyente –y orante– de la realidad. Formado en filosofía, teología y comunicación, autodidacta en lo artístico, su obra, como él mismo dice, brota de la escucha de la Palabra. «No pinto santos ni vírgenes –dice–, ni proyecciones de cielos futuros, para que la fe no se convierta en un lugar nostálgico para escapar de los problemas de la vida». No reproduce ni relata episodios bíblicos, sino que los interpreta, desde una visión contemporánea y ecuménica, transformándolos en materia, color y volumen; convirtiéndolos en una predicación actual, en una interpelación al ser humano que contempla su obra. Según la prestigiosa revista La Civiltà Cattolica, «sus obras reflexionan sobre la condición humana, sobre la globalización, sobre el cuidado de la madre tierra, en diálogo crítico con la tradición judeocristiana, tendiendo puentes entre las diversas confesiones cristianas, buscando el trasfondo común de la humanidad».

Su libro Sabiduría antigua, arte contemporáneo recoge 54 de sus obras, en un completo recorrido bíblico desde el Génesis hasta el Apocalipsis. Los textos que las acompañan son a la vez explicación de la obra y del fragmento de la Palabra con la que esta dialoga, siempre desde una perspectiva ecuménica, abierta a todos. A su vez, obra y comentario son para el lector que los contempla interrogante y llamada, vehículo para su propia reflexión u oración y llamada al compromiso activo.

Tomemos una ilustración y su comentario como ejemplo de lo dicho: la obra titulada «¿Escándalo o poder?», en las páginas 106107 del libro, que ha sido también utilizada por el autor como la felicitación de la Pascua en el año 2021. En el cuadro, un panel de madera con yeso de 80 x 57 cm, una superficie rugosa de un color verde amarillento aparece abierta como por una explosión. En el centro, sobresaliendo por encima del cráter, una figura humana, que el autor describe como «una larva humana», recurriendo a la descripción del Siervo de Dios de Isaías. La figura en cruz está nimbada por un aura, representación de la esperanza de la fe de quienes «acogen en sus vidas el don de la propuesta de fe». En efecto, la viveza de los colores, el movimiento latente en la figura aparentementeinerte, el volumen que parece empujar hacia afuera dicha figura, su forma de crucificado, remiten a quien la contempla desde la fe, por encima de cualquier otra consideración, a Cristo Resucitado.

No me cabe duda de que las creaciones de Marcello Silvestri no dejan indiferente a nadie. Desde el prisma de la fe, o de la contemplación del arte, todos los trabajos que aquí se recogen son llamativos, interpelantes. Particularmente, recomiendo detenerse en la obra titulada «Cuando habla el silencio», en la página 120, inspirada en un versículo del Apocalipsis: «Cuando el cordero abrió el séptimo sello, se hizo en el cielo un silencio como de media hora» (Ap 8,1). Media hora de contemplación en silencio para hablar con Dios.

 

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