Coronaciones canónicas de la Virgen María
Felicidad Izaguirre
(de Cooperador Paulino nº 186, pp 24-25)
El signo más alto de devoción a María Virgen es la coronación canónica de su imagen, que puede ser: canónica pontificia, canónica diocesana y canónica parroquial.
«España, tierra de María», el papa san Juan Pablo II distinguió para siempre a España con esta bellísima expresión, que reconoce y bendice la presencia singular de santa María Virgen en multitud de advocaciones en nuestro país, por las que veneramos a Nuestra Madre y acudimos a Ella como hijos suyos, confiados a su maternal amor y protección.
Nuestra relación con María es una gran historia de amor transmitida de padres a hijos y de éstos a sus hijos, de generación en generación, vivida en presente continuo por la fe hecha cultura en las tradiciones, y cada día de manera personal y comunitaria, cuando la saludamos, rezamos y hacemos lo que ella nos pide.
El signo más alto de devoción a María Virgen es la coronación canónica de su imagen, que puede ser: 1) canónica pontificia, cuando es concedida por el Papa; 2) canónica diocesana, concedida por el obispo y realizada por él, y 3) canónica parroquial, que la hace el sacerdote.
En España se está produciendo un gran número de coronaciones canónicas, como las de la Virgen de la Paz de Sevilla, en 2016; la Virgen de la Cabeza de El Carpio (Córdoba) en 2017; la Virgen de la Consolación de Valdepeñas (Ciudad Real) y la Virgen del Rosario de Pozuelo (Albacete), en 2019.
La diadema o corona ha de estar confeccionada de materia apta para manifestar la singular dignidad de la santísima Virgen.
Foto por Grant Whitty en Unsplash
Al Obispo de la Diócesis, juntamente con la comunidad local, corresponde juzgar sobre la oportunidad de coronar una imagen de la santísima Virgen María, que tiene lugar para aquellas imágenes que, por la gran devoción de los fieles, gozan de cierta popularidad, siendo María coronada aquí en la tierra como reflejo de su coronación celestial.
La costumbre de representar a santa María Virgen ceñida con corona regia data de los tiempos del Concilio de Éfeso (431), y la coronación de sus imágenes fue propagada en Occidente por los fieles desde finales del siglo XVI. Los Romanos Pontífices no solo secundaron esta forma de piedad popular, sino que, además, «muchas veces, personalmente con sus propias manos, o por medio de obispos por ellos delegados, coronaron imágenes de la Virgen Madre de Dios ya insignes por la veneración pública» (de la Carta encíclica Ad Caeli Reginam).
La Sagrada Congregación para los Sacramentos y el Culto Divino revisó el antiguo rito de la coronación, siendo aprobado y promulgado el nuevo ritual por el Papa San Juan Pablo II.
La diadema o corona ha de estar confeccionada de materia apta para manifestar la singular dignidad de la santísima Virgen; sin embargo, se ha de evitar la exagerada magnificencia y fastuosidad, y es importante que los fieles cristianos entiendan que la verdadera corona de la Virgen, son ellos mismos, por los frutos de una vida de fe que se expresa en la caridad.
El obispo de Albacete, D. Ángel Fernández Collado, oficiando la coronacion canónica de la Virgen del Rosario, patrona de Pozuelo (Alabacete) el 6 de octubre de 2019.
Gloria y honor a la Virgen del Rosario
La coronación representa el reconocimiento oficial de la autoridad eclesiástica a la gran devoción de los fieles por la Virgen, y da un nuevo impulso a la vida de la localidad donde se realiza, con frutos de gracia y bendición.
Así se vivió la coronación canónica diocesana de la Virgen del Rosario, patrona de Pozuelo (Albacete): El domingo 6 de octubre de 2019, víspera de la festividad de la Virgen del Rosario, los vecinos despertaban, como cada domingo de octubre, a las seis de la mañana, con el canto, la música y las campanas de los «auroros» llamando a los fieles para acudir al rezo del rosario de la aurora.
Por la tarde, a las cinco, hacía su entrada la Virgen en la plaza, con una corona de flores y acompañada por un cortejo formado por manchegos de honor, cofrades de la Cofradía de Nuestra Señora del Rosario, ataviadas también con mantilla española, y las autoridades civiles.
La costumbre de representar a santa María Virgen ceñida con corona regia data de los tiempos del Concilio de Éfeso (431).
En la Eucaristía, el obispo de Albacete, D. Ángel Fernández Collado, felicitaba al pueblo de Pozuelo por el acontecimiento y por mantener una tradición viva desde hace cuatrocientos años, y daba su ánimo para seguir trabajando por el amor a Dios y a María.
Terminada la homilía, se llevó a cabo la liturgia de la coronación. Tras ser bendecidas las coronas de la Virgen y el niño, el Obispo se dirigió a la imagen de la Virgen del Rosario y, en silencio, colocó, en primer lugar, la corona al niño y después a la Virgen, ya que esta participa de la realeza de su hijo. Tras coronarla, se desbordó el gozo y la emoción del pueblo entre aplausos y el himno de España.
A continuación, se realizó la procesión de Gloria con la Virgen recién coronada, por las calles bellamente arregladas y al compás de la música de la banda del Salobral y cantos y bailes del grupo Abuela Santa Ana. Al llegar a la plaza Mayor, el grupo Symbolum realizó una recreación histórica sobre la concesión de la devoción de la Virgen del Rosario a Pozuelo el 3 de octubre de 1711.
Los actos finalizaron con la veneración de la imagen, acompañada por los cantos de los «auroros» de Peñas de San Pedro y Pozohondo, comenzando así una ilusión renovada por defender el amor a la Virgen y transmitirlo a las generaciones jóvenes, tan necesitadas de reforzar su vida interior.