Por primera vez en Valencia, después de unos años de formación, cuatro miembros del Grupo San Pablo, hicimos la «promesa» como Cooperadores Paulinos.
Hoy son muchas las congregaciones religiosas, tanto masculinas como femeninas que, debido a la escasez de vocaciones, se rodean de grupos de laicos, a los que forman en su espíritu y carisma para que se mantengan vivos a lo largo de los años. En el caso de la Familia Paulina, su Fundador, el beato Santiago Alberione, quiso contar con la colaboración de los laicos ya desde los primeros años de su obra fundacional: en 1914 crea la Sociedad de San Pablo (Paulinos); en 1915, la congregación femenina de las Hijas de San Pablo y en 1917, los Cooperadores Paulinos. Posteriormente fundaría otras siete instituciones religiosas más, hasta completar el número de 10. Pero este mismo orden cronológico de sus fundaciones hace ver la gran importancia que el P. Alberione daba a la cooperación de los laicos, pensando en una fundación específica para ellos desde el mismo comienzo de su obra fundadora.
La Familia Paulina en Valencia
Desde entonces y hasta el día de hoy, laicos comprometidos de todas partes del mundo, hombres y mujeres, han trabajado, unidos a los otros miembros de la Familia Paulina. El Cooperador Paulino se sabe llamado por Cristo para evangelizar, como lo hizo san Pablo, a todos los pueblos con los medios de la comunicación social. El mismo P. Alberione relata en su obra autobiográfica, titulada Las abundantes riquezas de su gracia, que rezaba a diario por ellos: «En la oración que por la mañana presentaba al Señor, con las ofrendas, la primera intención era por los Cooperadores» (n. 25).
En la ciudad de Valencia celebramos, muy gozosos, la fiesta de nuestro Padre San Pablo el pasado 30 de junio. La Comunidad de las Hijas de San Pablo, se reúne, periódicamente, con un grupo de laicos de todas las edades, razas, lugares de procedencia y condición. En esas reuniones, nos forman en el carisma paulino, el mismo que el P. Santiago Alberione y sor Tecla Merlo vivieron y transmitieron a sus hijos e hijas. Y, después de algunos años de formación, por primera vez en Valencia, cuatro de los miembros de dicho grupo, hicimos nuestra «promesa» como Cooperadores Paulinos.
La comunidad de Hermanas Paulinas y el grupo de laicos San Pablo prepararon con esmero dicho momento. Los cuatro nuevos Cooperadores estuvimos reunidos en los días anteriores con sor Silvia Parenzan, Delegada en España de las Hijas de San Pablo, para orar y preparar la celebración que presidió el P. Miguel Carmen, SSP. Emotiva celebración, no solo para nosotros, sino para todos nuestros hermanos laicos con los que compartimos formación y misión, para las Hermanas que nos han preparado para el momento y para sor Silvia, que representaba a la Superiora General de las Paulinas.
Somos conscientes de que el emitir dicha promesa ante nuestros hermanos no nos señala como mejores o diferentes, sino que nos compromete a vivir la llamada que recibimos de Cristo y a cooperar en la evangelización. Esta es nuestra tarea y nuestra misión: menguar nosotros para que Cristo crezca.
El P. Alberione tenía muy claro cuál era su tarea: ser la voz de Dios para todos los que veníamos detrás: gastarse y desgastarse llevando a todas partes a Cristo Maestro, Camino, Verdad y Vida. Santiago Alberione no era un vidente, era un profeta, un hombre del Espíritu.