El carisma paulino, don del Espíritu

Yolanda Muñoz Estepa

Por el P. Alberione los miembros de la Familia Paulina, a través de la espiritualidad que hemos heredado, realizamos nuestra unión con Dios en el Espíritu Santo. Para ello es imprescindible que la Familia que él fundó posea una experiencia personal de Cristo, como la que vivió el apóstol Pablo. Él, tras haberse encontrado con Cristo en el camino a Damasco, reconoce la necesidad de llevar la buena nueva a todas las gentes y así podemos leer en su primera carta a los Corintios: «Cuando explicamos verdades espirituales a hombres de espíritu, no las exponemos en el lenguaje que enseña el saber humano, sino en el que enseña el Espíritu» (1Cor 2,13).

Esta misma experiencia que Pablo tuvo y que nosotros, como fieles seguidores suyos, hemos de tener, no es, ni más ni menos, que un don del Espíritu Santo, pues es Él, el Espíritu, quien nos otorga los dones, los carismas que necesitamos para acercar a nuestros destinatarios al Cristo total que afecta a la totalidad de la persona. Para ello, hay que recurrir, de continuo, a la Sagrada Escritura. En ella, podemos comprobar que, para Pablo de Tarso, la existencia cristiana consiste en dejarse guiar por el Espíritu y no por la carne, e implica dos cosas. En primer lugar, la apertura a Dios, la oración (Rom 8,15-16) y, en segundo lugar, la confesión de Jesús como Señor (1Cor 12,3).

En la Tertio Millennio Adveniente, podemos leer sobre el Espíritu Santo: «Actúa en la Iglesia tanto sacramentalmente, sobre todo por la confirmación, como a través de los diversos carismas, tareas y ministerios que Él ha suscitado para su bien» (TMA, 45). Podemos decir con el Apóstol, que el Espíritu nos da una vida nueva en Cristo (Ef 4,17-32). Así lo entendió y vivió Santiago Alberione. Su originalidad, no fue anunciar a Cristo mediante la predicación oral, sino, en palabras del P. Silvio Sassi, «El lenguaje medial y multimedial» en la cultura de la comunicación. Podemos tener la certeza de que hoy, el P. Alberione, habría utilizado las redes sociales e Internet para la evangelización. De ahí que nosotros, como miembros de la Familia Paulina, tengamos el deber de usarlas para llegar a todos, e incluso a los más alejados.

Su capacidad creativa fue fruto del amor, del convencimiento que él tenía de que su misión en este mundo, era anunciar, como Pablo lo hizo, a Jesús muerto y resucitado a todas las gentes. Y ese amor, es puro don de Aquel que es el Amor y que mora en nuestros corazones. «¿Acaso no sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, que habita en vosotros y habéis recibido de Dios?» (1Cor 6,19). El que es del Espíritu ama; y el que no ama, no es del Espíritu, porque el Espíritu es Amor.

Ahora nos toca a nosotros, a ti y a mí, que hemos recibido del Espíritu Santo el don de pertenecer a esta gran Familia Paulina, seguir los pasos de nuestros predecesores. Nuestra misión es orar, abrirnos a la acción del Espíritu Santo para que, llenándonos de Él, llevar a Cristo a todos los hombres, empleando el lenguaje multimedial de nuestro tiempo.

Cooperador Paulino


diciembre 2019
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