LA ESPERANZA NUNCA SE FRUSTRARÁ
El desafío de ser consuelo y esperanza verdadera para los pobres
Por Felicidad Izaguirre
El Papa Francisco ha convocado la III Jornada Mundial de los Pobres que, con el lema: «La esperanza nunca se frustrará», hemos celebrado el domingo 17 de noviembre de 2019.
Logotipo y lema del III Jornada Mundial de los Pobres (Foto crédito: Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización/www.pcpne.va)
En su mensaje, el Papa resalta que hay que dar esperanza verdadera a todas las personas indefensas que son vistas como una amenaza o como gente incapaz solo porque son pobres, atendiéndolas fundamentalmente en la necesidad de amor y consuelo que tienen, buscando su bien.
De esta manera, se dará testimonio efectivo del Evangelio y se influirá en la vida de la sociedad, devolviendo la esperanza a los pobres, perdida a causa del sufrimiento, la injusticia y la precariedad de vida. Esto, asegura el Papa, anima al compromiso con los pobres: niños, jóvenes y adultos que sufren carencias físicas o psíquicas; desvalidos que dependen de los demás por diferentes causas y circunstancias; enfermos, ancianos, emigrantes, marginados, abandonados y sin hogar.
Papa Francisco con unos 1.500 pobres en la Aula Pablo VI del Vaticano. El papa se unió con ellos por la comida este domingo, 17 de noviembre de 2019 (Foto: Vatican News/www.vaticannnews.va)
El Papa nos exhorta «a descubrir en cada pobre que encontráis lo que él realmente necesita; a no deteneros ante la primera necesidad material, sino a ir más allá para descubrir la bondad escondida en sus corazones, prestando atención a su cultura y a sus maneras de expresarse, y así poder entablar un verdadero diálogo fraterno», y a fijar «“la mirada en lo esencial, que no requiere muchas palabras, sino una mirada de amor y una mano tendida. No olvidéis nunca que «la peor discriminación que sufren los pobres es la falta de atención espiritual”».
Sobre la atención espiritual, explica el Papa Francisco que, «antes que nada, los pobres tienen necesidad de Dios, de su amor hecho visible gracias a personas santas que viven junto a ellos, las que en la sencillez de su vida expresan y ponen de manifiesto la fuerza del amor cristiano. Dios se vale de muchos caminos y de instrumentos infinitos para llegar al corazón de las personas. Por supuesto, los pobres se acercan a nosotros también porque les distribuimos comida, pero lo que realmente necesitan va más allá del plato caliente o del bocadillo que les ofrecemos. Los pobres necesitan nuestras manos para reincorporarse, nuestros corazones para sentir de nuevo el calor del afecto, nuestra presencia para superar la soledad. Sencillamente, ellos necesitan amor».
La esperanza también se comunica a través de la consolación, «que se realiza acompañando a los pobres no por un momento, cargado de entusiasmo, sino con un compromiso que se prolonga en el tiempo» y «cuando reconocen en nuestro sacrificio un acto de amor gratuito que no busca recompensa».
La consolación, un estilo de vida
Con motivo de la Jornada Mundial de los Pobres, cabe destacar la experiencia y labor de las Hermanas de Nuestra Señora de la Consolación, que buscan en el contexto y en la situación en la que viven, ser instrumentos de la consolación de Dios.
Santa María Rosa Molas y Vallvé, nacida el 24 de marzo de 1815 en Reus (Tarragona), fundó esta Congregación de religiosas cuyo fin es amar y hacer conocer a Jesucristo, modelo de toda caridad y consuelo, consolando allí donde se hacen presentes y transmitiendo el estilo de vida de la consolación.
Con ellas colaboran cientos de voluntarios, laicos que forman el Voluntariado Consolación, que creen en la posibilidad de cambio que tiene la sociedad y el mundo.
«La consolación no tiene una obra concreta, no se dedica solo a jóvenes, o solo a ancianos, se dedica a todas las necesidades que vayan surgiendo en la vida, porque consolar es comunicar y dar a conocer el amor de Dios; se puede consolar en cualquier sitio a cualquier persona y de cualquier necesidad. Lo que surja en el momento, ahí está la consolación para ayudar», explica María José López Lorca, -Hermana María José-, de las Hermanas de Nuestra Señora de la Consolación que atienden en Albacete la Institución Benéfica del Sagrado Corazón, con una Casa en la que viven cerca de cuarenta residentes y un Comedor Social, día a día funcionando con la ayuda de más de doscientos voluntarios.
Hermana María José de las Hermanas de Nuestra Señora de la Consolación
La Congregación de las Hermanas de la Consolación se ha extendido a cuatro continentes, con presencia en diecinueve países, compartiendo los gozos, fatigas y tristezas de las personas con las que conviven, en el amor y la esperanza cristiana. Su hacer con los pobres está en muchos ámbitos: colegios, residencias de ancianos, residencias universitarias, casas de acogida, misiones, inmigrantes, ONG Delwende, etc.
Explica la Hermana María José que es preciso entender que «al igual que cada uno intentamos satisfacer nuestras necesidades básicas, así también los pobres, y les ayudamos para que así sea y tengan una calidad de vida. Los pobres tienen corazón y sentimientos: son personas humanas, tenemos que ser humanos los unos con los otros. En la sociedad de consumo en la que estamos, que cada vez pide más y más, si yo la sigo, estoy dentro de la vida; pero el pobre, como no puede seguirla, se queda fuera».
La Hermana María José nos invita a vivir el desafío de ser consuelo y esperanza verdadera en la sociedad, «porque para amar hay que ser humanos». De Santa María Rosa Molas dijo el Papa Pablo VI que fue maestra de humanidad y que vivió el desafío humanizante de la civilización del amor. Y el Papa Juan Pablo II, que la canonizó, dijo de ella que «consolaba sosteniendo la esperanza de los pobres, defendiendo su vida; con bondad y misericordia».