P. Omar Montañez Delgado, SSP

Es aquí, en Espana, donde Cristo me ha trasplantado, para florecer de nuevo en una sociedad sedienta de Dios.

Un dicho famoso afirma: «Florece dondequiera que seas plantado». Mi vocación Paulina brota desde un deseo de servir a Dios con toda mi vida. Yo provengo de una familia no muy religiosa. Pero como me llevaban los mayores a una capilla de mi barrio todos los días a rezar, mi interés por la vida sacerdotal empezó a florecer.

Recuerdo a mi padre acompañándome en un largo viaje, atravesando el mar, hacia el seminario de la Sociedad de San Pablo cerca de Manila, Filipinas. Lejos de mi familia y de mi pueblo, tenía que afrontar la realidad de que cuando entré en el seminario ya no había marcha atrás. Los cinco años de la primera fase de formación Paulina me ayudaron 

mucho a madurar en todos los aspectos de mi vida, tanto humana como espiritual. Fue la etapa más feliz de mi vida.

Los años del Postulantado y del Noviciado han sido momentos de intenso trabajo apostólico y de profundización en la espiritualidad Paulina. Estas etapas me abrieron a la realidad de nuestra misión, que es estar al servicio de nuestra parroquia, que es el mundo. Por eso, no dudé en aceptar el reto de ser misionero en España, dando la vuelta al mundo y manifestando así la grandeza del Señor en todo lo que hago, a pesar de tantos retos y dificultades, pero llenos de esperanza y alegría en la comunidad y en el apostolado

Los siete años que ya llevo en España están siendo una apasionante etapa de crecimiento, con la alegría del servicio a Cristo. Es aquí, en España, donde Cristo me ha trasplantado para florecer de nuevo en una sociedad sedienta de Dios.