Encuentro personal
Pero ¿en qué consisten estos oratorios? Es difícil concretar en palabras el verdadero alcance de estas reuniones, en realidad son encuentros personales de los niños con Jesús vivo y resucitado; esto es lo que nos transmiten los catequistas que dirigen las reuniones. Ellos, según cuentan, son meros espectadores de una realidad que les sobrepasa; así lo describe el P. Gonzalo Carbó: «Jesús viene, está allí esperándonos: “Dejad que los niños se acerquen a mí…”. Llevamos a los niños ante El, con la fe y el amor. Y les dejamos: El y ellos se entienden entre sí, se miran, se hablan, se quieren, están a gusto, cantan, se abren a la vida… Jesús, bajo las diversas formas de su presencia, es “presentado” a los niños; éstos se relacionan con Él; escuchan, conocen, acogen su amor… para hablar, donarse y entregarse amorosamente a Él”.
En la presentación de este itinerario de fe para niños, Gonzalo Carbó dirá: “Es un fuego el que ha empezado a arder en nuestros corazones y en el de nuestros niños, como otrora en los dos de Emaús al recibir la consolación de Jesús hecho Palabra. Este fuego es el mismo Espíritu. Y el Espíritu necesita pocos elementos materiales y estructurales para renovar la faz de la tierra. Necesita tan solo una sierva abandonada y confiada que diga humildemente: “He aquí la esclava del Señor. Hágase en mí según tu Palabra”. Y, “elegida” persona de confianza del Padre, le ofrezca sus oídos para escuchar, su corazón para meditar, su seno para gestar, sus pechos para amamantar… siempre en el Espíritu». Y continúa: «El fuego de este Espíritu es la Bendición. Y nuestras reuniones de oración con los niños no son más que la Bendición continua del Padre sobre sus hijos en el Hijo predilecto. Por eso nos hemos sentido en comunión todos los que colaboramos en el Oratorio, cuando la Bendición –Jesús es la Bendición de Dios– nos ha alcanzado y nos ha trascendido y, por nuestra mediación, ha abrazado a nuestros niños».
Dirá Juan Pablo II, en Carta a los niños: «El Evangelio es de los niños; y los niños, del Evangelio», este parece ser uno de los frutos de los oratorios de niños pequeños, el hecho de que los niños hagan carne en sus propias vidas esa palabra que se les entrega en cada reunión. Así, el oratorio tiene su continuidad en la familia, en el colegio, entre los amigos… poco a poco los niños van haciendo suyas las Palabras de Jesús, y van incorporándolas a sus propias vivencias personales.
Reunión de oración
El camino espiritual de la misma se desarrolla en tres momentos, cada uno de ellos se abre con un canto. 1. La oración del corazón: Es un tiempo en que los niños oran en silencio, en intimidad con su Padre Dios, a través de la oración continua. 2. Orar la Palabra: Se realiza por parte del catequista una introducción a la Palabra, después se proclama y hay un comentario de la misma con los niños. Se elige un versículo clave que los niños memorizan y después se trata de aplicar la Palabra escuchada y meditada a la propia vida personal. 3. Un solo corazón, una sola voz: Se ora en común, se realizan peticiones, oraciones de acción de gracias.
Para más información, diríjase aquí: oratorionipe@gmail.com