La Asociación de Cooperadores Paulinos celebra este año su primer Centenario de existencia. Su fundación, debida a la creatividad y al celo apostólico del beato Santiago Alberione, tuvo lugar en Alba (Cúneo, Italia) el 30 de junio de 1917.

En «salida apostólica», estos mensajeros y mensajeras de «buenas noticias», plasmadas en papel, celuloide o técnicas digitales, salen al encuentro de las personas dondequiera que se encuentren: en sus casas, en la escuela, en el lugar de trabajo, en la sala de espera de un hospital…

Son actualmente más de 4.000 hombres y mujeres, seglares, comprometidos con el anuncio del Evangelio con los diversos lenguajes de la comunicación social, repartidos por más de sesenta países de los cinco continentes.

Los Cooperadores Paulinos son los que miran en la misma dirección que el resto de la Familia Paulina, sintiéndose corresponsables del anuncio del Evangelio.

I. EL COMIENZO

Han pasado ya 100 años desde la fundación de la Asociación de los Cooperadores Paulinos (1917 – 2017) y como Cooperadores laicos en la Iglesia y en la Familia Paulina hemos hecho mucho camino, pero aún nos queda mucho por hacer.

Para hablar de comienzo tenemos que volver la mirada muchos años atrás y detenernos en aquella «famosa noche», una noche toda suya, de Santiago Alberione, pero que, poco a poco, se ha convertido también en nuestra noche. Allá, envuelto en el frío de fin de año (31 de diciembre de 1900), en la catedral de Alba, de rodillas ante el Santísimo expuesto, aquel frágil jovenzuelo logró romper con todo lo que le impedía leer los signos de los tiempos, y en aquel milagroso proyectarse más allá del presente, consiguió arrancar del futuro de Dios lo que iba a ser su propio futuro: vivir y dar al mundo a Jesús Maestro Camino, Verdad y Vida, utilizando todo lo que sonaba a futuro.

A partir de entonces, el joven Santiago, que después se convertiría en el P. Santiago, nunca dejó de ir a la escuela de aquel que había encontrado en la noche. Y no ha perdido ni un día de escuela. Siempre a la misma escuela, con el mismo Maestro, que incluso le ha enseñado cómo llamarlo: Jesús Maestro Camino, Verdad y Vida. El P. Alberione ha sido uno de los que han desafiado los signos de los tiempos con tal de robar la belleza única de un diálogo con su Señor y de noche. Para él, aquel diálogo, rodeado de tanto misterio, se ha convertido más tarde en fuente de extraordinaria riqueza para su vida de Sacerdote y de Fundador.

Después de haber fundado, en Alba, la Sociedad de San Pablo (1914) y las Hijas de San Pablo (1915), el P. Alberione funda la Unión de Cooperadores para la Buena Prensa, llamada después Cooperadores Paulinos. Es una fundación a la que el P. Alberione ha amado de manera especial, tanto que «en la oración que por la mañana presentaba al Señor con las ofrendas, la primera intención era por los Cooperadores, esa parte que aún hoy (diciembre de 1953) es bastante reducida; la segunda intención era por la Familia Paulina» (AD 25).

Han pasado ya 100 años desde la fundación de la Asociación de los Cooperadores Paulinos (1917 – 2017) y como Cooperadores laicos en la Iglesia y en la Familia Paulina hemos hecho mucho camino, pero aún nos queda mucho por hacer. Hasta ahora, la historia de Asociación ha sido escrita por aguerridos testigos de Cristo y del evangelio, siempre prontos a los desafíos de la nueva evangelización, llevando en el bolsillo, de manera inseparable, el «Pacto de alianza» del P. Alberione: «Nos sentimos demasiado débiles, ignorantes, incapaces y limitados en todo». Las palabras de Jesús: «Id al mundo entero y predicad el Evangelio a toda la creación» (Mc 16,15), son las palabras que dan espesor a nuestra fe, en cuanto que nos hacen salir fuera de nuestros enclaustramientos, abriendo las puertas y las ventanas a la gran parroquia que es el mundo. «¡Qué hermoso es descubrir que la fe nos hace salir de nosotros mismos, de nuestro aislamiento y nos empuja a salir al encuentro de los otros, haciéndonos naturalmente misioneros!» (papa Francisco, 2015).

¿Quiénes son los Cooperadores Paulinos?

Los Cooperadores Paulinos son los que miran en la misma dirección que el resto de la Familia Paulina, sintiéndose corresponsables del anuncio del Evangelio con todos los lenguajes y los modos comprensibles a nuestro tiempo, corresponsabilidad creativa en el ejercicio un apostolado que los agrega a toda la Familia Paulina. Una vocación y misión que requieren una valentía no indiferente en el saber moverse en la familia, en la parroquia, en la escuela, en el trabajo, en el barrio, en las plazas y en el patio de los gentiles con espíritu paulino.

Viviendo en el mundo, saben captar de cerca el sentir inquieto de una sociedad que lucha por mantener abiertas, al menos, algunas páginas del Evangelio. Pero no se unen a los asalariados profetas de desventuras, a los que proclaman desde los tejados que ya no hay nada que hacer, al contrario, saben muy bien cómo equiparse para hacer que el Evangelio no esté cerrado al mundo o por el mundo. Tienen toda una familia, la Familia Paulina, con la que contar y de la que recibir la fuerza para «atreverse a encontrar nuevos signos, nuevos símbolos, nuevos lenguajes para la transmisión de la Palabra» (cf EG 167). Fieles al lenguaje de Jesús Maestro, recorren los campos de Dios sembrando la Palabra del Evangelio incluso fuera de estación, dejando que sea Dios quien, después, recoja como, cuando y donde quiera. Esto requiere oración, formación, participación activa en la vida de la Asociación y del Grupo, en la constante búsqueda de los signos de los tiempos, según el ejemplo del beato Santiago Alberione.

En estos cien años, los Cooperadores Paulinos han compartido con la Familia Paulina la alegría de maravillosos frutos del Apostolado Paulino. Están muy orgullosos del número incontable de evangelios, catecismos, libros, revistas, periódicos, películas, discos, programas radio-televisivos, proyectos pastorales…, salidos todos de las manos, apostólicamente laboriosas, de tantos hermanos y hermanas de la Familia Paulina.

El futuro

El futuro de la Asociación está en las manos de Dios. «Si nos ponemos en las manos de Dios, Jesús nos llena con su gracia, con la luz y también con sus consolaciones» (Padre Alberione, 1957). A los cien años de la fundación, nos resulta espontáneo recordar y rebuscar en el pasado para «sacar de su tesoro lo nuevo y lo antiguo» (Mt 13,52) y dar gracias a Dios por todo. Todos estamos tomando posición frente a los nuevos desafíos que nos pueden poner en crisis, por lo que necesitamos mucha unidad, colaboración y corresponsabilidad. En la medida en que seamos amablemente fieles a la intuición de quien nos ha fundado, lograremos superar las dificultades relacionadas, sobre todo, con la edad, el número, la unidad y el proyecto de vida de los Cooperadores Paulinos.

Cooperadores Paulinos de Corea del Sur

Cooperadores Paulinos de Corea del Sur.

Resulta, pues, muy urgente ofrecer contenidos de esperanza a nuestro ser de Cooperadores y Cooperadoras, siempre en camino siguiendo las huellas de Cristo.

«¡Contemos con Jesús! Esperar y sobre-esperar, esperar también contra toda esperanza. Confiar, confiar y sobre-esperar en Jesús» (P. Alberione, 1937).

Dentro de nosotros y a nuestro alrededor haya solo espacio para pensamientos, palabras, proyectos, acciones y también sueños de esperanza. Solo así lograremos captar, una vez más, la extraordinaria belleza de nuestra vocación y misión de laicos en el seno de la admirable Familia Paulina. Tendremos ocasión de dejarnos sorprender por lo que el P. Alberione ha hecho y ha puesto en nuestras manos, aunque difícilmente nuestro futuro de Cooperadores Paulinos nos permitirá repetir el pasado. «La Familia Paulina ha tenido al comienzo un gran número de Cooperadores. ¡Cuántas almas han presenciado los primeros pasos, la cuna de la Familia Paulina!» (P. Alberione, 1954). Pero nada impide que sigamos creyendo que, al interior de nuestro muy difícil contexto social, cultural, religioso sea aún posible seguir apuntando a un glorioso futuro de la Asociación. «Por nuestra parte, ¿qué podemos hacer? Nada, cero, cero» (P. Alberione, 1965), pero «todo lo puedo en aquel que me conforta» (cf Fil 4,13).

Felicidades

A distancia de años, con cuánta ilusión quisiéramos que se extendiera sobre nosotros y sobre nuestra Familia Paulina, no la oscuridad de la noche, sino la plena luz del día del Señor, luz para iluminar los tantos pasos inciertos de quien está esperando ver «el gran árbol» (de la Familia Paulina) cargado de nuevos proyectos apostólicos, capaces de mantener viva la esperanza, haciendo la «caridad de la verdad» a un mundo cada vez más pobre de Dios.

Cooperadores Paulinos de Brasil

Cooperadores Paulinos de Brasil

«Hay que hacer el bien, el mundo es muy extenso; nos debe apenar lo que no se hace; debemos lanzarnos adelante todos los días, en santidad de apostolado» (P. Alberione, 1956).

«Sigamos adelante, démoslo todo, pero dejemos que sea el Espíritu Santo quien haga fecundos nuestros esfuerzos como a Él le parezca» (EG 279).

Gracias

A los cien años de la fundación, damos gracias a Dios por el testimonio de la preciosa y generosa colaboración de tantos Cooperadores y Cooperadoras, que nunca han dejado de creer en la aventura alberioniana, una aventura que cada vez asombra más por su carismática novedad evangelizadora. «No nos dejemos robar la esperanza y la alegría de la evangelización» (papa Francisco).

II. MENSAJEROS DE BUENAS NOTICIAS: UNA VOCACIÓN MUY HERMOSA

¡Cuántas veces nuestros Cooperadores Paulinos han sido mensajeros de «buenas noticias» bajo forma de papel, cinta magnética o técnicas digitales…!

¡Qué hermosos son sobre los montes los pies del mensajero que proclama la paz! (Is 52,7). Cuanto más se lo espera más honda es la alegría de verlo llegar. ¡Cuántas veces nuestros Cooperadores Paulinos han sido mensajeros de «buenas noticias»bajo forma de papel, cinta magnética o técnicas digitales…!; siempre a la espera de almas a las que entregarlas. Habrá sido en el fondo de una iglesia, en casa, en la escuela, en el lugar del trabajo, en la sala de espera de un hospital, en una o más periferias: modos diferentes de haber actuado como mensajeros de «buenas noticias», sobre todo de la «Buena Noticia»: el Evangelio.

La historia paulina es una historia de «buenas noticias» y de mensajeros de las mismas siempre en salida. Antes de que lo dijera el papa Francisco, ¡cuántos Paulinos y Paulinas han vivido la cotidiana «salida apostólica», usando los medios más rápidos y eficaces, para que las «buenas noticias», fruto de su trabajo, llegaran a todos en la mayor medida posible! «No se es Paulino si no se tiene un corazón grande, una mente grande para pensar en todos» (P. Alberione, 1954). «San Pablo tenía un corazón tan ancho que pensaba en todas las almas. ¡Tener siempre corazón paulino!» (P. Alberione, 1964). Cuanto más nos abramos los Cooperadores Paulinos a relaciones de unidad y de compartida programación, tanto más viviremos la común misión paulina con la aportación creativa de todos y con un corazón cada vez más paulino.

Nombres y rostros de familia

Al haber celebrado en primer lugar el Jubileo de la Sociedad de San Pablo (2014) y después el de las Hijas de San Pablo (2015) y ahora el de la Asociación de Cooperadores Paulinos (2017), nos hemos dado cuenta de cuántas gracias y bendiciones se han derramado sobre nuestra Familia Paulina. Los nombres de quienes han escrito esta admirable historia paulina están escritos en el «libro de la vida», que ahora está cerrado para nosotros, pero el día en que se abra, conoceremos los nombres y los rostros de quienes han vivido la cotidiana «salida apostólica paulina» con incomparable maestría en la Iglesia y en el mundo, y habrá muchas sorpresas.

Ahora somos nosotros los que estamos llamados a continuar esa tarea de mensajeros de «buenas noticias», aun cuando «el mayor mérito es el de que quienes comienzan, de los pioneros. Nadie podrá medir sus fatigas, las noches de insomnio, las desilusiones, los juicios equivocados y las críticas» (P. Alberione, 1958).

«Hay que armarse de coraje y de fe. Hay que estar convencidos de la belleza de este apostolado» (P. Alberione, 1946).

La vocación más hermosa

Cooperador Paulino es el que, descubierta la belleza de su vocación misionera en la Iglesia, en la Familia Paulina y en el mundo, sale de casa y recorre «toda la inmensa parroquia paulina, que solo tiene por límites los confines del mundo» (UPS I, 382). Quisiera hacer tantas cosas, pero «las obras de Dios no se hacen sin personas. Se necesitan personas, vocaciones para los apostolado más urgentes, más modernos y más eficaces» (P. Alberione, 1952). Cuanto más miramos alrededor, tanto más caemos en la cuenta de la urgencia de derrotar la ya bien conocida canción de que no habrá un futuro vocacional. Es triste oírlo una y muchas veces en casa y fuera. Puede darse que Dios tenga otros proyectos, pero, ¿cómo pensar que no haya personas que puedan llevar adelante un apostolado tan urgente, moderno y eficaz, como el paulino?

«Vuestro apostolado está en el corazón de la Iglesia, por lo que no hay motivo para tener miedo a las dificultades externas; esto es a lo que habéis de temer: a no vivir en profundidad vuestro espíritu» (P. Alberione, 1947).

Cooperadores Paulinos de Brasil

Cooperadores Paulinos de Brasil

Hemos de quitarnos de encima el fardo de nuestras miopías vocacionales, fruto de una ya adquirida tendencia a dejar estar las cosas como están, a aplazar, a arrinconar, a enfangarlo todo en el campo vocacional, como miopes de futuro. Nos dice el P. Alberione: «Pienso que solo hay un temor: el de no comprender bien la nobleza, la grandeza, la sublimidad de vuestra vocación. ¡Decídselo a todos! Vuestra vocación es la más bella. La más adecuada a nuestros tiempos. ¡Estad agradecidos al Señor de haberos dado una vocación tan hermosa!». Hay quien nos ve enamorados de nuestra vocación y misión que siente la curiosidad de vernos caminar siguiendo las huellas de Jesús Maestro Camino, Verdad y Vida, como nos ha enseñado el Fundador. Solo de una comunidad enamorada de la propia vocación y misión puede partir la invitación: «Ven y verás» (Jn 1,46) o «Venid y veréis…, fueron, vieron donde vivía Jesús y se quedaron con él aquel día» (Jn 1,39). Nos lo recuerda el papa Francisco: «Los jóvenes y las jóvenes con quienes nos encontramos se sienten atraídos por nosotros si nos ven hombres y mujeres felices. Es nuestra vida la que debe hablar. Una vida que trasparenta la alegría y la belleza de vivir el evangelio y de seguir a Cristo» (A todos los consagrados II,1).

«He aquí a los Cooperadores Paulinos: almas de espíritu paulino, que arden y brillan» (P. Alberione, 1953).

Nuestro firme compromiso hasta el Centenario y más allá

«¡Dar vocaciones a la Iglesia significa amarla de verdad!» (P. Alberione, 1956).

Al celebrar el Centenario de nuestra Asociación, el propósito firme de las Cooperadoras y Cooperadores Paulinos es el de amar a la Iglesia, poniendo mente, voluntad y corazón para que todas las Instituciones de la Familia Paulina se vean bendecidas con nuevas vocaciones. Si el problema vocacional es el «problema más fundamental y más vital», el más actual y urgente de la Iglesia, entonces «cultivar las vocaciones es la obra de las obras» (P. Alberione, 1951), por lo que «ocuparse de las vocaciones» será nuestro programa de Cooperadores Paulinos hasta el final del Centenario y más allá, siendo conscientes de que no bastan los «bellos programas para conseguir los frutos más hermosos que se quieren para las almas. Se necesitan personas» (P. Alberione, 1952).

«Aunque viéndonos debilísimos, ignorantes, incapaces y deficientes en todo», estamos seguros de que Jesús Maestro está y estará con nosotros y nosotros con él. «No temáis, yo estoy con vosotros», pero vosotros «pedid y se os dará, buscad y encontraréis, llamad y se os abrirá» (Mt 7,7). Y nosotros, los miembros de la Asociación pediremos, buscaremos y llamaremos día tras día, hasta el Centenario y aún más allá. Estamos listos, solos, en grupo, todos juntos, dispuestos a desafiar a los vendedores ambulantes de un decaído pesimismo, por lo que no resultará fácil que nos aparten de nuestros propósitos vocacionales, ricos de confianza y de esperanza para toda la Familia Paulina.

Cooperadores Paulinos de Kingshasa, Congo

Cooperadores Paulinos de Kingshasa, Congo

Es verdad que la tentación de cerrarnos a la novedad de Dios está siempre al acecho, pero también es verdad que la promesa de un «espíritu nuevo» nunca fallará. Ayudémonos a mantener en alto la mirada, sobre todo el campo vocacional, apartándonos de todo amargo escepticismo. Es un campo árido, pero sigue siendo, ahora y siempre, el campo de Dios. ¡Somos nosotros los que tenemos que bajar al campo!

«No podemos perdernos, sino rezar» (P. Alberione, 1956).

Guiados por el ejemplo de María, Reina de los Apóstoles, queremos colaborar con una oración asidua por las vocaciones. Investidos por el espíritu paulino, encontraremos personas que se asocien a nosotros y cooperen con nosotros y con toda la Familia Paulina para llevar a todos las «buenas noticias», sobre todo la «Buena Noticia»: el Evangelio.

«Nosotros debemos llamar al apostolado al mayor número de personas que nos sea posible» (P. Alberione, 1955).

No es cuestión de soñar y desear en grande, sino de creer que la Familia Paulina es un precioso don de Dios a la Iglesia y a todos nosotros.

Alberione ha hecho de todo por su Familia. Y nosotros, ¿qué hacemos por nuestra Familia?

III. DESPERTAR EL MUNDO CON LA LUZ DEL EVANGELIO

Nos encanta estar, como Pablo, en camino, siempre prontos a sembrar la palabra del Evangelio «en todos los lugares, en todas las ocasiones, sin demora, sin rechazar a nadie y sin miedo» (EG 23).

Para quienes pertenecemos a la Asociación Cooperadores Paulinos, la aventura iniciada hace cien años por aquel santo hombre que fue el P. Santiago Alberione sigue proyectándose hacia delante. Todo empezó en Alba (Italia) el 30 de junio de 1917 y después de tanto caminar tenemos que detenernos un poco para hacer obligada memoria de nuestro beato Fundador y del ya incalculable número de Cooperadores y Cooperadoras, todos ellos espléndidas figuras que, atraídas por el carisma alberioniano, han dado cristiano testimonio de la admirable Familia Paulina. ¿Será el Centenario de la Asociación la providencial ocasión para dar a conocer y valorar más y mucho más la preciosidad de un rol laical dentro de la Familia Paulina? En efecto, operar en la Iglesia y en la Familia Paulina de manera asociativa es un elemento constitutivo de la participación de los fieles laicos en la misma misión de la Iglesia y de la Familia Paulina (cf Agregaciones laicales en la Iglesia 22).

«Recuerdo ahora la famosa frase: “es la hora de los laicos”, pero da la impresión de que el reloj de los laicos se ha parado… El fiel pueblo santo de Dios está ungido con la gracia del Espíritu Santo y, por lo tanto, en el momento de reflexionar, pensar, evaluar, discernir debemos estar muy atentos a esta unción, para que no se apague, poco a poco, el fuego profético de una asociación» (cf Carta del papa Francisco al presidente de la Pontificia Comisión para América Latina, 19.3.2016).

Cooperadores Paulinos de Ecuador

Cooperadores Paulinos de Ecuador

Los Cooperadores ha sido pensados así: personas que entienden la Familia Paulina y forman con ella unión de espíritu y de entendimiento.

El P. Alberione nunca nos ha pensado como una asociación al lado de la Familia Paulina, sino formando parte viva de su Familia,

«que nos confía sus proyectos, da orientaciones para las obras a realizar, nos hace partícipes de sus penas y alegrías, indica los medios de santificación por medio de la revista El Cooperador Paulino» (P. Alberione, 1954). 

Sentía la necesidad de nuestra ayuda de cooperadores, porque nos veía cristianos ejemplares, capaces de llevar a la Familia Paulina aquella ayuda de oración, acción y ofertas para promover los apostolados y, por lo tanto, nosotros éramos para él una ayuda necesaria y prolongación de la Familia Paulina. Sabía muy bien que nosotros, fieles laicos paulinos, podíamos entrar donde otros no podían.

«El apostolado de los laicos tiene estas ventajas: los laicos, tanto hombres como mujeres, estando ya en el mundo, pueden entrar también en aquellos ambientes en los que el religioso o la religiosa no pueden entrar. Por lo tanto, nuestro deber es encontrar personas que se asocien a nosotros en el apostolado para que el bien pueda multiplicarse» (P. Alberione, 1958).

Por ello, ya en 1917 el P. Alberione ha pensado, querido y fundado la Asociación Cooperadores Paulinos. Parecen suyas las palabras del papa Francisco:

«Por lo tanto, debemos recordar que el laico por su misma realidad, por su identidad, por estar inmerso en el corazón de la vida social, pública y política, porque es partícipe de las formas culturales que se generan constantemente, necesita nuevas formas de organización y de celebración de la fe» (papa Francisco, 19.3.2016).

Somos Familia Paulina

La Asociación Cooperadores Paulinos tiene ya cien años de historia y al reflexionar sobre su largo camino, nos viene espontánea la confrontación con la Familia de la que formamos parte. Las páginas más bellas de la Asociación las han escrito Cooperadores y Cooperadoras que han captado en plenitud el anhelo del Fundador:

«Buscar personas que cooperen con nosotros y que estén investidas por el “espíritu paulino”» (P. Alberione, 1958).

Desde hace tiempo hubiéramos querido compartir nuestras experiencias de cooperadores y cooperadoras, sintiéndonos también nosotros a la escuela del mismo Fundador.

Hemos meditado el pensamiento del Fundador y nos apremia vivir integralmente el evangelio de Jesús Camino, Verdad y Vida, en el espíritu de san Pablo, bajo la mirada de la Reina de los Apóstoles (AD, 93). Nos encanta estar, como Pablo, en camino, siempre prontos a sembrar la palabra del evangelio «en todos los lugares, en todas las ocasiones, sin demora, sin rechazar a nadie y sin miedo» (EG, 23). Llevamos en el corazón las palabras de Alberione:

«El Cooperador Paulino tiene los mismos ideales que Jesús: encender el fuego del amor de Dios en todas las almas y en todo el mundo. En efecto, colabora con todas sus fuerzas y posibilidades en hacer que el evangelio llegue hasta los lugares más remotos de la tierra y, así, enciende en las mentes de los hombres la luz de la fe y el fuego del amor» (P. Alberione, 1953).

Nuestro papel de fieles laicos
Cooperadores Paulinos de México

Cooperadores Paulinos de México

Como asociación laical, quisiéramos ser nosotros, Cooperadores y Cooperadoras, quienes determinemos nuestro camino asociativo. Es verdad que para trazar un fiel y sereno camino de renovación nos hacen falta guías, pero «nunca es el pastor quien tiene que decir al laico lo que tiene que hacer y decir, él lo sabe tanto y mejor que nosotros, por lo que debemos discernir con nuestra gente y nunca por nuestra gente y sin nuestra gente» (papa Francisco, 19.3.2016).

Los cien años de fundación y los cincuenta años de la Lumen Gentium y de la Apostolicam Actuositatem nos invitan a revisar nuestro rol de fieles laicos en la Familia Paulina, siendo siempre conscientes de la actualidad de nuestro carisma en el amplio escenario de un mundo lleno de retos a la misión de la Iglesia y de la Familia Paulina. El P. Alberione nos ha enseñado a estar cada vez más atentos a los signos de los tiempos. Lanzados siempre adelante y atraídos por un futuro cargado de encanto y que encierra tantas expectativas, queremos vivir nuestro asociacionismo paulino en estilo alberioniano, dando testimonio de la alegría del Evangelio con los medios más rápidos y eficaces y hacer de Jesús Maestro el corazón del mundo.

Hemos dado comienzo a un discernimiento asociativo que nos ayude a leer en profundidad el tiempo en el que el P. Alberione ha vivido y el tiempo en que nosotros mismos estamos viviendo con todos sus retos y emergencias. Y quisiéramos proyectar itinerarios de compartida responsabilidad, fruto de la comparación, escucha recíproca y creatividad paulina.

«Invito a todos a ser audaces en este trabajo de repensar los objetivos, las estructuras, el estilo y métodos de evangelizar de las propias comunidades/grupos, abandonando el cómodo criterio pastoral del siempre se ha hecho así» (EG, 33). Hay en todos nosotros muchas ganas de vivir más intensamente aún la vida de la asociación, pero solo un fuerte sentimiento de pertenencia a la Iglesia, a la Asociación y a la Familia Paulina puede generar participación, implicación y corresponsabilidad laical en nuestro heterogéneo mundo de Cooperadores Paulinos. Esperamos que el centenario de Fundación pueda hacernos finalmente revivir una nueva primavera de la Asociación, estando todos preparados para ser tan activos evangelizadores que podamos despertar el mundo con la luz del evangelio.

IV. DAR ESPECTÁCULO DE UNIDAD

Es solo el imperativo de unidad lo que nos impulsa a estar unidos y a trabajar juntos con el coraje de la profecía, desbordando esperanza y celo apostólico en el seno de nuestra Asociación.

«Manteniéndonos unidos, procuremos dar al mundo espectáculo de unidad, incluso sacrificando, a veces, alguna cosa. Pero llevaríamos todas las de perder si el mundo no nos viese firmemente unidos».  Así decía el papa Albino Luciani a los cardenales, al principio de su pontificado. Pero, lamentablemente, todo se quedó en un mero deseo dada la sorpresa de su muerte improvisa. Son tantos los deseos, sobre todo cuando nos las tenemos que ver con un presente que inexorablemente se nos escapa.

¿Cuál es el mayor deseo de quienes formamos parte de la Asociación Cooperadores Paulinos y, por consiguiente, de la Familia Paulina? La respuesta nos la da el mismo P. Alberione: «Sentirse unidos, unidas» (P. Alberione, 1965). «Debemos formar una gran familia, cuyos miembros se amen y tengan intereses comunes en la tierra. Se ayuden mutuamente en sus necesidades, todos cooperen, cada uno según su estado, a la mayor gloria de Dios y procuren su salvación para formar después, todos juntos, una gran familia en el cielo» (P. Alberione, 1925).

En la familia unida «uno sabe bien que su vida dará frutos…, tiene la plena seguridad de que no se pierde ninguno de los trabajos realizados con amor, no se pierde ninguna de sus preocupaciones sinceras por los demás, no se pierde ningún acto de amor a Dios, no se pierde ningún cansancio generoso, no se pierde ninguna dolorosa paciencia» (EG 279).

Entre nosotros también debe brotar la esperanza, la posibilidad de pensar en un futuro de la Asociación Cooperadores Paulinos en términos de familia que tenga «un solo corazón y una sola alma» (He 4,32). La unidad promoverá un fructuoso salto de calidad en la Asociación que llevará a ensanchar la red de comunicación, repartición y corresponsabilidad en su seno, y a abatir cualquier forma de enrocamiento, aislamiento y fragmentación. El imperativo de unidad nos llevará a compartir, en pluralidad de expresiones, alegrías, dolores, esperas, esperanzas y proyectos, liberando ideas y creatividad en el campo apostólico. Todo esto contribuirá a hacer que en nuestra Asociación resplandezca la confianza, esperanza y celo en su interior y dentro de la Familia Paulina, de la Iglesia y del mundo de hoy. En consecuencia, quisiéramos definir la Asociación de Cooperadores Paulinos en términos de familia abierta, porque unida, que acompaña con paciencia las posibles etapas de crecimiento de las personas y deja luego espacio a la misericordia del Señor que nos estimula a hacer todo el bien que sea posible (cf AL 308). Esto requiere una irrenunciable conversión personal y asociativa.

Una Asociación viva, por estar unida

Apuntamos a una Asociación viva, por estar unida y ser fiel a sus orígenes, rica de creatividad, abierta a la escucha, al diálogo, a la confrontación, al caminar siguiendo los signos de los tiempos, siempre «en salida», por estar rebosante de esperanza y de futuro. Será el Espíritu el que cree la unidad, nos muestre el camino, nos guie y ensanche las fronteras del futuro próximo y remoto de nuestra Asociación Centenaria.

¿Será solo un sueño? Pero el sueño, también hoy, sigue conservando toda la fascinación de su misterio. ¿Es que el canónigo Chiesa se dejó escapar la fascinación del sueño del P. Alberione? «Tranquilízate; sea sueño o no, lo que dijo es santo; haz un programa práctico de vida y de luz para ti y para todos los miembros» (AD 154).

Unidos, se puede
Cooperadores Paulinos de Italia

Cooperadores Paulinos de Italia

Estamos rodeados de personas magníficas que en la Asociación han crecido en edad, sabiduría y gracia ante Dios y los hombres (cf Lc 2,52). Son los «Cooperadores fidelísimos y carísimos» (P. Alberione, 1924) que en todos estos años han demostrado, con toda su entrega, compromiso y celo apostólico, un encomiable espíritu de pertenencia a la Asociación, valorando el fin pensado y querido por su Fundador.

Es su testimonio lo que más despierta y fortalece nuestro deseo de sentirnos una familia-abierta, por estar unida; que lleva a la colaboración, condivisión y corresponsabilidad de todos nosotros Cooperadores y Cooperadoras; que nos lleva a proponer objetivos de renovación, realizando un proyecto común de crecimiento como Asociación en su conjunto, que se proyecta más allá de los pequeños grupos de pertenencia y que tiene presente nuestro carisma específico y los signos de los tiempos.

Es solo el imperativo de unidad lo que nos hace a estar unidos y a trabajar juntos con el coraje de la profecía, desbordando esperanza y celo apostólico en el seno de nuestra Asociación. Todo depende de que no perdamos nunca de vista la intuición carismática del P. Alberione sobre los Cooperadores Paulinos, unidos en el espíritu y en el carisma de la Familia Paulina.

El P. Alberione nunca ha pensado en una Familia Paulina dividida y encerrada en sí misma, sino unida y abierta a todo el mundo, y siempre en salida, para poder reunir a todos y en todas partes.: «¡Oh!, si también vosotros llegarais a este espíritu, si sentierais este fuerte espíritu de unión, de caridad, el Señor aún haría más cosas por vosotros» (P. Alberione, 1959).

En el cada vez mejor descubrimiento del valor que tiene el actuar juntos, nuestra Asociación podrá inspirar confianza y sostener la audacia de «hacer la caridad de la verdad» a un mundo cada vez más cansado de Dios. Esto implica una neta recuperación de la Asociación, tal como ha sido pensada y querida por el beato Santiago Alberione a la luz de los signos de los tiempos.

Una de las razones por las que hoy la Asociación carece de fuerza es porque se están diluyendo demasiadas energías en estériles fragmentaciones de pertenencia. Me explico: uno de vosotros dice: «Yo soy de Pablo; otro: Yo de Apolo; un tercero sostiene: Yo soy de Pedro; y un cuarto afirma: Yo soy de Cristo. ¡Pero Cristo no puede estar dividido!» (cf 1Cor 1,12-13). Es aquí donde nos jugamos nuestro «futuro» de Cooperadores y Cooperadoras. Está bien recordar al Fundador: «El Señor os conserve en la unidad del Espíritu. Y siempre rezo por esto: Ut unum sint como cuatro veces repite el Maestro Divino en su última oración antes del comienzo de su pasión» (Alberione, 1956).

Se puede hacer más

Desgraciadamente, todo esto nos hace pensar que en estos últimos años no se haya prestado la atención debida a la Asociación Cooperadores Paulinos.

Es necesario, por consiguiente, un cambio de mentalidad y de orientación por parte de toda la Familia Paulina con respecto a la Asociación de Cooperadores Paulinos, prestando toda la atención que merece como «tercera fundación» (Alba, Italia, 30 de junio de 1917) del beato Santiago Alberione.

Como laicos asociados, no partimos de cero. No obstante, fortalecidos por la experiencia acumulada en estos cien años, traemos con nosotros un fardo de preciosas experiencias que hace tiempo queríamos compartir. Como Familia Paulina y a todos los niveles, es escuchando a los Cooperadores y Cooperadoras qué se puede hablar de los Cooperadores Paulinos. «¡Ojalá me escuchases, Israel!» (Sal 81,9).

El beato Santiago Alberione nos dice lo que hay que hacer

«Rezar la oración, así llamada, sacerdotal, sí (cf Jn 17). En esta oración Jesús repite cuatro veces: ut unum sint. Que estén unidos. De la unión nace la fuerza» (P. Alberione, 1963).

La unión es un bien tan grande que por él hay que sacrificar bienes y visiones particulares» (P. Alberione, 1960). «Empecemos por unirnos a Jesucristo y a vivir en él, y entonces nos apartaremos de tantas cosas» (P. Alberione, 1963).

«Trabajar a toda costa por la unidad. Entonces habrá gran paz hacia dentro y expansión hacia fuera» (P. Alberione, 1950).

«Por consiguiente, no podemos sentirnos aislados. No somos islas, sino que estamos todos en colaboración: todos unidos por el bien común» (P. Alberione, 1964).

Hacer más, todavía más, siempre más

Habrá que recobrar ánimo y reconfirmar el imperativo de la unidad, aunque si no basta con estar juntos, tenemos que caminar juntos hacia delante, verdaderamente convencidos de que unidos se puede «hacer más, todavía más, siempre más; mientras dura el día de la vida» (P. Alberione, 1925). Nos toca a nosotros, por lo tanto, hacer un programa-camino que sea común a toda la Asociación de Cooperadores Paulinos, sin dejar que nunca sean arrebatadas las carismáticas raíces alberionianas y mucho menos la repetida llamada de Jesús a sus discípulos a estar unidos, más aun, a «que sean uno – ut unum sint» (Jn 17,21). «Llegaréis a ser centenares de miles, eh, si siempre seréis uno» (P. Alberione, 1960).

Juntos en el Centenario

El Centenario de fundación de la Asociación de Cooperadores Paulinos (1917-2017) nos insta a recoger los motivos, y son muchos, para alabar y dar gracias juntos al Divino Maestro, que en todos estos años nunca ha dejado de indicarnos el Camino, la Verdad y la Vida. Tendremos ocasión de encontrar un camino común para llegar a celebrar juntos los cien años de fundación de la Asociación. Haremos memoria juntos de las cosas hermosas que Dios ha hecho en nuestra historia, y después nos pondremos en las manos del Señor para seguir haciendo, como Asociación, su voluntad.

Ninguno de nosotros querrá faltar a la esperada cita de vernos juntos, de hacer juntos experiencia de Iglesia, de Asociación y de Familia Paulina, y de presentar juntos al Señor un hermoso gracias por estos cien años de «historia de las Divinas Misericordias» y de las «abundantes riquezas de gracia» (cf AD 1). Como «Cooperadores fidelísimos y carísimos» (P. Alberione, 1924), todos estamos a la espera de celebrar el Centenario para dar, finalmente, espectáculo de unidad; «porque este estar unidos/unidas quiere decir que esta unión está fundada en Jesucristo» (P. Alberione, 1965).

«¡Por lo tanto, siempre mejor y siempre más» (P. Alberione, 1953).

Fuente: Textos tomados de la revista hermana Il Cooperatore Paolino, editado en Italia